BUSCANDO EN EL FONDO DE MI ALMA...

Estoy buscándome a mí misma... Y es porque, en el camino, antes de llegar hasta aquí, me he dado cuenta de que me perdí... No voy a ...


Estoy buscándome a mí misma... Y es porque,
en el camino, antes de llegar hasta aquí, me he
dado cuenta de que me perdí...
No voy a buscar el cómo fue, ni me regresaré
hacia atrás una vez más.
Estoy ahora tratando de desentrañar el misterio
del porqué cambié...

 La serenidad y paciencia se me acabaron el día
 que me di cuenta de que sobreviví, y supe que
 fue, no solo una pesadilla, sino una gran realidad...
Estos siete años de libertad adquirida, llegué a 
pensar que la brutal condena, sería hasta el final
de mis días...

 Y...
Está bien; pero no entendía el porqué antes era
sumisa y callada, incapaz de protestar, ni ante mí
depredador ni ante el mismo Dios que me dio la
vida... Pero...
Ahora comprendo el porqué de esa duda que tenía...
Porque cuando terminó el azote de esa tormenta
y sin saber cómo logré salir de ella...
Yo, ya no era la misma persona que entró en ella.

Esta explosión tardía, sin control, revolviéndome
como fiera herida, la enfoqué mal; la injusticia
mal fundada de mi rebeldía, mi soberbia, mi cuerpo
flagelado por el dolor, y mi alma que no se rendía

Debo decir, también, de mi falta de agradecer
a Dios,
por no dejarme morir, en medio de esa sentencia,
todos los días sufrida.
Y también por soportarme sin castigarme, quitando
mi vida de su presencia.
Porque lo que tampoco he logrado entender es
el porqué, en medio de mi dolor, fui más ecuánime...

  Y tuve esa lucidez que necesité para sobrevivir.
Y cuando todo pasó...

 Mi mente era caótica e impredecible, sintiendo 
una gran melancolía, y sin saber qué hacer, ni que
pensar y sintiendo tal contrariedad de pensamientos
 y con todos mis sentimientos alterados, ya no era
 coherente.

Hoy...
Aun conociendo mis desaciertos, no podré vivir libre 
de errores... 
Mi fragilidad humana sobrepasa a mi entendimiento.
Parece ser, que en mí hubiera dos personas distintas,
una dotada de gran sensibilidad, delicada y tierna...

Pero no la acepto porque creo que es mi punto de
 más debilidad,
me gusta más la otra cara, el mostrarme y el sentirme
 egocéntrica y despiadada.
Entonces es que comienzo a analizar esas dos formas
de ser...
Analizando desde mi interior, busqué el porqué de esos
sentimientos que me gobiernan hoy... 
¿Qué tanto cambié?

Sé que no hay en mi bipolaridad, y que lo uso como 
un camuflaje que protege mi personalidad.
 Pero estoy en el punto de escoger cuál de las dos 
me conviene más.
En cuanto a mi soberbia y altivez es parte de mi ser
que no puedo cambiar, pero reconozco mi injusto
proceder, el de pelear contra el único Ser que me ha
querido ayudar...
Esos son los sentimientos y emociones que me hacen
pensar... El cómo es mi verdadera personalidad...
Sé que jamás agradará a Dios, porque Él rechaza a
 los soberbios y da gracia a los humildes.

Vivir queriendo hacer bien las cosas, como le agradan
a Él... No... Nunca podré.
No fue fácil  comprender que lo que me cambió, fue
el rudo trato que soporté, y que en medio de mi angustia
hubo momentos en que ya no solo caminé, de rodillas,
 sino que tuve que arrastrarme para llegar a este día... 
Y que esa soberbia me mantuvo viva, y no la justifico, 
pero es la esencia del alma mía...
Y que cuando él se marchó, me dejó el alma llena de
profundas heridas.

No voy a decir la mentira, que le deseo en el más allá,
que disfrute plenamente la eternidad... Porque...
El daño causado es irreversible, y no lo digo por mí,

Porque una madre es como una fiera herida... 
Eso es algo inolvidable... Quedó para siempre en mí
memoria... Cincelado en mi mente... Imborrable...
Él dañó lo que yo más he querido en mi vida...
A mis hijos.

¿Cómo puedo decir que le perdono esa injusticia?
Eso es algo que no me corresponde hacer.
Pero en cuanto al daño que me hizo a mí...
No quiero decir que lo perdono, porque lo raro del
asunto es que ni siquiera lo odié... 
Todo el resentimiento y la amargura en mí misma volqué,
Me odié tanto y tan profundo, por haberlo amado un día.
Y aunque lo dejé de amar, al poco tiempo de casados, ni
aun así lo pude odiar a él... Y lo peor de todo es que...
Apenas voy saliendo del infierno en él que me enclaustró.

Siete años de revolcarme en los porqués de mi azarosa vida.

Escrita por Ely Ramírez.

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