PERDÓNAME PADRE... PORQUE HE PECADO

Ante el mismo Dios del cielo... Fui una y otra vez con  mi  corazón  compungido,  sintiéndome  abatida,  terriblemente apesadu...



Ante el mismo Dios del cielo...
Fui una y otra vez con  mi 
corazón compungido, 
sintiéndome abatida, 
terriblemente apesadumbrada, 
inconsolable y apenada...

Sin atreverme a pedirle 
perdón 
por mis pecados...

Eran tantas mis faltas que me sentía 
totalmente abrumada...
Mis rodillas estaban paralizadas y 
mis ojos estaban hinchados, de 
tanto llorar.

¿Qué hice que fue tan terrible?
Se preguntarán...
Un pecado imperdonable...
Imborrable e injustificable...
Falté al deber de proteger a mis 
hijos.

Y el primer error que cometí puedo
decir que no lo consideré pecado; 
porque amar...  
Nunca fue, ni ha sido un pecado.

Solo que yo me enamoré del hombre 
equivocado.
Lo conocí en una iglesia y fui 
engañada por el mismo diablo...
Capaz de mentir, y jurar a Dios en 
vano...
Porque me juró ante el mismo Dios 
del cielo amarme y respetarme...

Y si a sus crías que eran sangre
de su sangre;
los trató con violencia extrema...
¿Era capaz de sentir por mí
amor o piedad?
¿Iba a amarme o a respetarme?
Quisiera decirles que él fue 
incapaz de sentir amor o piedad...
Quisiera decir algo a su favor, pero...
No... 
No tuvo ni una pizca de piedad, ni
para mí ni para con los bebés que
en mi vientre él engendró...
Y fue así que conocí el dolor, 
la decepción y los golpes en mí
cuerpo; y el ser zaherida una y 
otra vez...
Aún resuenan en mis oídos sus 
más terribles insultos; tan graves 
que jamás los he podido borrar 
de mi memoria...

Y por primera vez en mi vida... 
Vi frente a mí; a alguien capaz 
de tanta violencia y odio...
¡A un grotesco monstruo!
Porque... 
¿Cómo se debe calificar?
  A una persona que golpea
a sus propios hijos, sin misericordia
Y luego se persigna diciendo que 
es disciplina del Señor...
Yo crecí en una familia donde ni 
por nombre escuché la palabra
violencia...
Y crecí al lado de un hombre que 
no era mi padre... 
Era padrastro, y no... 
No fue un gran padre, pero al 
menos fui tratada con humanidad.
Nunca jamás puso su mano sobre
mi para lastimarme.
Pero al lado de este hombre tan
áspero y violento; tuve que 
sobrevivir pendiendo mi vida de 
un muy delgado hilo.
Fueron violados todos mis derechos,
y los de mis hijos también...

No tuve el suficiente valor para
denunciarlo; sabía que no duraría
mucho tiempo encerrado.
Y cumpliría su promesa de matarme... 
Yo estaba plenamente segura de
que esa promesa la cumpliría...
Varias veces intentó hacerlo, pero
había algo que lo detenía... 
Y no creo que haya sido por falta 
de ganas para hacerlo...
Creo que de "Muy arriba" no había
llegado la hora de mi partida. Y...
Musitaba una plegaria para que mis

Bebés no quedaran en el completo
desamparo...
Porque al estar, él en la cárcel y yo 
muerta... 
Eso; sin duda, así sería... 
Y siendo ese mi mayor temor...
Mi alma entera se afligía...
Y yo necesitaba vivir aunque fuera
un día más y cambié por días de 
vida la seguridad de mis niños...
Ese era otro pecado imperdonable.
Porque pensaba que al menos a su 
lado, ellos tenían comida...
Así añadí otro pecado... 
Exponiendo sus vidas y la mía por 
un plato de comida...
Debo decir que por mi plato de comida,
trabajé como bestia y fui tratada como
tal.

Mi vida corría tanto peligro que
aprendí a no dormir  cuando él
estaba a mi lado...
Esos pecados me afectaron tan
terriblemente que iba ante Dios... 
Declarándome culpable y mi 
alma en eterna penitencia; 
afligidamente de noche y de día.
Perdóname Padre...
¿Cómo quito este enorme pecado?

A pesar de mis plegarias no hubo 
quietud para mi alma atormentada...

Y hasta hoy sufro las 
consecuencias de mis pecados 
y las mismas aflicciones...

Pasado el tiempo les negué a mis 
ojos el derecho de llorar,

y a mi corazón encerré en una 
prisión para siempre...

Y tuve que ser demasiado fuerte 
para no implorar misericordia ni 
para mí ni para mis bebés...
Una misericordia que él no conocía,
y que llevaría todo a empeorar 
cualquier circunstancia vivida...
Y fue así que por mucho tiempo 
viví en medio de mis tormentas...

Cuya furia de los relámpagos eran
la única luz, que mi espíritu percibía...
Y cuando ya sin fuerza ante el Dios 
del cielo me rendía.

Recordaba el salmo de David 
cuando 
musitaba reconociendo su bajeza.
Señor, ten piedad de mí, conforme a 
la multitud de tus piedades borra 
mis rebeliones.
Porque yo reconozco con simpleza 
mis maldades, como el salmista 
cuando dijo: Así pasan las horas
Mientras que mis ojos rebeldes 
sin llorar y mi acongojado corazón 
deje de sangrar.


 Y como he dicho en mis anteriores
escritos; antes de ser puesta hoy en 
día en el banquillo de los acusados...
Antes de cualquier veredicto; 
que me declare culpable...
¡Yo misma me he acusado,
delante del mismo Dios del cielo!
¡Soy culpable y sin derecho a fianza!
Pero delante de su trono jamás pedí
nada en contra suya...
Y... Me odié a mí misma para no 
odiarlo a él...

Y anhelé mi propia muerte para no
desearle la  muerte a él.

Y aunque trató de matarme varias 
veces cuando mis bebés eran
tan solo unos pequeñitos.
Nunca alcé mi mano ni lo maldije...
Y a pesar de que robó toda mi vida...
Le di mi mano para reconfortarlo,
porque él sabiendo que iba a morir,
Pidió mi mano al faltarle el valor; y 
yo al verlo desfallecer, tuve piedad
y le tendí la mano y se la apreté con
fuerza tratando de que sintiera,
el apoyo necesitado.
A pesar de que apenas unos días 
atrás; me confesó que sabía que iba
a morir, pero que no se arrepentía 
del mal que me había hecho... 
Que no me dejaría ser feliz nunca y 
que de ser posible, vendría desde 
el mismo infierno y me arrastraría.
Sin duda alguna soy culpable de 
haber permitido tanto dolor a mis 
hijos... 

Porque no tiene valor alguno el de
que por ellos me haya quedado a
vivir en el mismo infierno y ser día
a día, afligida por el mismo diablo.
Cuando pude optar por la puerta
falsa y escapar feliz a la otra vida...
Por eso digo que lo cambié por días
de vida, para estar al lado de mis 
niños... Es solo que...
Ellos no me pidieron ese sacrificio,
y tampoco les di la oportunidad de 
escoger.
Y así los condené al infortunio y al
tremendo dolor de estar, bajo el yugo
de un padre golpeador. 
Yo tenía miedo de que los matara...
No había garantía de sus vidas ni la
mía... 
Y así pasaron los años...
Yo ya estaba muerta, vestía de negro
por el luto que sentía...
Cuando él murió... Yo no entendía
que había sobrevivido a la violencia
hasta pasados tres años...
Estaba presa como en un ataúd, en
la más densa oscuridad...

Siendo llevada en brazos de...
Visiones; espectros fantasmales 
producto imaginativo causado por
el intenso dolor...

Y siendo perseguida por mi fracaso,
y la culpa que llevo a cuestas por 
aquellos que dañé... Llevando en mi 
espalda casi encorvada, la marca o 
señal impuesta en mi corazón por un 
hierro candente...
Estigma del signo de esclavitud de
la infame vida que llevé. 


Copyright.
Derechos reservados.
Escrita por Ely Rmz.



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