DOLOR, VIOLENCIA Y VERGÜENZA.

Hay mujeres que hoy en día... Veo que
ellas pelean como guerreras, han dado
una buena batalla, ganadas victorias...
Soportado las derrotas con entereza.

Como si fueran robots insensibles al
dolor, se ponen de pie y siguen en la
contienda.
No veo en sus caras el miedo... Veo la
valentía que las impulsa.
Yo... No fui como ellas...

Era una simple mujer creyéndose princesa,
esperando inútilmente las fuerzas que me
sacarán de mis tristezas.

Que otro peleara mis propias guerras.
No... Nunca hubo quien me defendiera,

No había súbditos que me protegieran.
Porque esos súbditos eran mis propios
sentimientos, y los amarré con tanta
fuerza, y me dejé llevar por dónde ese
otro quisiera.

Vi que para ser reina, se tiene que luchar
primero como guerrera... Pero...
Era demasiada la ternura que abrigaba
mi corazón y esto hizo que me perdiera...

Y... Si fui a la guerra... Pero sin armas,
ni conocimiento en defensa.
Amando al enemigo como a mí misma
¿Cómo iba a dañarlo?
Antes fui impasible y lo dejé destrozarme,
que mi sangre en sus manos corriera.
Que la punta de su pie me dañara, hasta
que la angustia de morir me socorriera.
¿Cómo rayos no voy a odiarme por eso?

Me odié con tanta fuerza que me hice
daño, desgarré mi corazón, hasta que

Ya de tanto dolor no sintiera.

Me enfrenté a mí misma en el tribunal
de mi propia conciencia...
Fui mi propio fiscal; Juez que me condena,
y el verdugo implacable que a diario me
flagela.
Sé que no hay abogado que me defienda,
ni yo quiero a nadie que me justifique ante
ese Juez, que es mi propia conciencia.
Voy a diario desolada, vagando por dónde
el viento me lleva...

Aún no me he perdonado
¿Cómo rayos voy a perdonarme?
¿Qué o quién me quitará esta pena?

¿Soy culpable por odiarme de esa manera?
Al menos no odié y nunca lo odiaré...
Al hombre que me infligiera dolor, violencia
y vergüenza.
Vi en mí a la guerrera, cuando al sobrevivir,
volteé hacia atrás, vi la destrucción total
que sufriera.